La comedia española.
Al mismo tiempo que en Inglaterra se está desarrollando el teatro isabelino y en Francia escriben Molière o Racine, en España está teniendo lugar el nacimiento de la llamada “comedia española” de la mano de un buen número de escritores y comediantes como Lope de Vega, Tirso de Molina, Agustín Moreto, Calderón de la Barca, etc.
No se trata de hacer aquí una historia del texto dramático de esta época, sino de señalar algunos aspectos que caracterizan el teatro barroco español, su creación y su representación. Para ello nos vamos a centrar en tres aspectos:
1. Las “novedades” que ofrece la comedia española.
2. Los espacios en los que se desarrolla y representa.
3. La representación teatral.
1. Las “novedades” de la comedia española no son sólo cambios en los textos y en la manera de concebirlos, sino la creación de una nueva mentalidad en el dramaturgo y en el mundo que rodea a la representación. Para hacer un repaso a estos cambios nos vamos a servir de El arte nuevo de hacer comedias en este tiempo, texto escrito por Lope de Vega en 1609 a petición de la Academia de Madrid. En apenas 400 versos, el dramaturgo resume los rasgos fundamentales del nuevo teatro, unas veces con ironía y siempre con astucia. Señalamos algunos de estos rasgos:
- Su escasa relación con los preceptos clásicos a favor de un teatro más comprensible para “el vulgo”.
- La reivindicación de la comedia menospreciada a veces frente a la tragedia.
- El teatro como reflejo de la vida y, por tanto, la mezcla de risas y llantos.
- La representación tiene que ir acompañada de loas, bailes y entremeses. Esto forma parte de una idea que se repite constantemente en Lope: al público hay que tenerlo entretenido durante todo el tiempo porque paga y manda.
- Las compañías deben cuidar la representación en cuanto al vestuario y la interpretación.
Además de estos consejos, Lope habla de las características que debe tener el texto dramático: las unidades, el uso de determinadas estrofas, los temas, etc.
2. Los espacios en los que se representa.
A lo largo del siglo XVI son numerosos los espacios en los que tienen lugar representaciones teatrales: palacios, casas, calles, universidades, etc. Nosotros vamos a detenernos en el espacio más característico: el corral de comedias.
Corral de Alcalá de Henares rehabilitado recientemente |
Aparecen en las grandes ciudades: Sevilla, Valencia, Madrid, Alcalá... concebidos como espacios estables de representación dentro de un patio de posada o de vecindario, de ahí su estructura.
No se trata de espacios homogéneos en sus dimensiones o en el lujo de la construcción: el Coliseo de Sevilla estaba techado y sostenido por columnas de mármol, butacas tapizadas, etc. mientras que los Corrales del Príncipe y de la Cruz en Madrid eran mucho más modestos.
Corral de Comedias de Almagro vista desde la cazuela |
La estructura del patio configuraba el espacio teatral:
a. En un extremo la tarima que hacía de escenario con cortinas y practicables aprovechando ventanas y balcones de la casa.
b. Delante del escenario un espacio para bancos o gradas y otro espacio para espectadores de pie (mosqueteros). Los corrales más lujosos solo tenían asientos.
c. Al fondo del corral, frente al escenario, se disponían unas gradas en alto para separar a las mujeres de los hombres. En ellas se acomodaban las mujeres de categoría inferior. El lugar recibía el nombre de cazuela y está bien descrito por Zabaleta en un texto que aparece en el apartado “Textos sobre teatro”.
d. Las ventanas y corredores de los pisos altos (aposentos) eran aprovechados por los espectadores de más categoría. En ellos se mezclaban hombres y mujeres y en algunos casos se ocultaban tras unas celosías.
Los espacios se complementaban con elementos escenográficos básicos que ayudaban a la representación: cortinas, elementos construidos en lienzo o madera, etc. Además se contaba con maquinaria para hacer ruido de tormenta o viento, etc.
Hay que dedicar un apartado especial a los Autos Sacramentales. Su origen son los misterios medievales y farsas sacramentales de primeros del siglo XV. Se diferencian de las comedias de corral por el asunto y porque se representaban en plazas y patios de casas y palacios particulares, sobre un tablado, al que se adosaban dos carros. Los carros tenían decorados y tramoyas, que podían cubrirse con cortinas o dejar al descubierto. Toda la organización y decoración de los carros se hacía de acuerdo con la Memoria de apariencias redactada por el autor. En la etiqueta “Textos sobre teatro” tienes un ejemplo de una de estas Memorias.
A finales del siglo XVI y principios del siglo XVII los autos se hacían sobre tres carros en fila, el del centro servía como tablado de la representación, los de los lados eran utilizados para la entrada y salida de actores, los decorados y las tramoyas.
La mayoría de los autos representados en el XVII eran de Calderón. A los elementos espectaculares que los autos comparten con las comedias de corral hay que unir los de la fiesta religiosa del Corpus, con procesión religiosa, gigantes y cabezudos, tarasca, bailes, entremeses, adorno de calles...
El espectáculo que ofrecían los autos no se limitaba a su representación, ya que durante la procesión del Corpus los carros y actores desfilaban por la ciudad. Eran un espectáculo a la vez elitista y popular. Primero hacían representaciones privadas para el Rey y los Presidentes de los Consejos y luego para el pueblo en una plaza madrileña o en los corrales de comedias. Celebración religiosa y popular, representación en la calle y en espacios privados y comerciales, los autos son expresión fundamental de lo espectacular en la cultura barroca.
3. La representación.
Para entender todo el entramado de la comedia del siglo de Oro, su popularidad y la importancia social que adquiere, hay que seguir toda la cadena de personas que intervienen en la comedia:
El poeta. Es el que escribe el texto, generalmente por encargo de un director (llamado entonces autor). Lo que se pagaba por una comedia variaba mucho de un poeta a otro y una vez que era vendida, el poeta dejaba de tener el control del texto que pasaba al autor.
El autor era una mezcla de lo que ahora es un director y un productor. Cuando compraban una obra se convertían en dueños de ella y podían revenderlas a otros autores. Se encargaban de buscar a los actores y marcarles los aspectos básicos de la representación: entradas, salidas, etc.
Los actores estaban generalmente agrupados en compañías en las que interpretaban siempre un tipo: el gracioso, la dama, el galán, etc. La compañía era la agrupación de actores más completa, con repertorio y vestuario propio. Agustín de Rojas en El viaje entretenido cita otras formas de agrupaciones de actores según el número de integrantes. Aquí tenemos algunas:
o Bululú: Un solo actor que sabe una comedia y alguna loa.
o Ñaque: Son dos actores que hacen un entremés, algo de un auto y dicen algunas octavas y loas.
o Cambaleo: Una mujer que canta y tres hombres que lloran. Una comedia, dos autos y tres o cuatro entremeses.
La representación se solía hacer por la tarde para aprovechar la luz del sol, aunque hay referencias a que existían distintas formas de iluminar el espacio. Al entrar se pagaba una vez y al ocupar las localidades se volvía a pagar. La representación duraba varias horas ya que empezaba con una loa, se representaban entre los actos algún entremés o alguna mojiganga y terminaba con un baile.
El público que acudía a los corrales procedía de todas las clases sociales. Para el éxito de las comedias era fundamental la reacción del público a favor o en contra. No hay que olvidar que Lope, en su Arte Nuevo cita al vulgo varias veces y le convierte en el motivo de muchas de sus decisiones.
En definitiva, se trata de una de las épocas doradas de la literatura española y muy especialmente de la literatura dramática, no sólo por los autores de primera fila que escribieron sus obras, sino por la importancia que el teatro tenía como transmisor de ideas y entretenimiento del pueblo.