Sentir con el otro
Los alumnos sentados en el suelo de dos en dos, espalda contra espalda. Hay que procurar que tengan una altura similar. La postura debe ser relajada: espalda recta ligeramente apoyada en el compañero, piernas flexionadas, pies en el suelo, manos sobre las rodillas. Ojos cerrados.
Suena una música suave y todos van respirando como hemos aprendido en otros ejercicios, concentrando toda nuestra atención en llevar una respiración rítmica.
Poco a poco, la atención debe ir a la respiración del compañero, de manera que, sin forzar, las dos se vayan acompasando. Cuando ya hayamos creído que está conseguido, vamos probando hasta donde llega nuestra compenetración moviendo suavemente la espalda y sintiendo cómo el otro se mueve al mismo ritmo que nosotros: levantar un hombro, balancearse, etc.
A partir de aquí, el ejercicio ofrece varias posibilidades: probar la voz, decir el texto de un diálogo, recitar un poema a dúo...
En realidad, es un ejercicio que no termina en sí mismo, sino que puede servir de antesala de otra actividad.